Se plantaba el Madrid ante su público, con un Balón de Oro de por medio y con un ambiente de remontada muy repetido en el Bernabeú en los últimos años, aunque no por ello exitoso. En frente el Atlético, el equipo de Simeone, un técnico que sigue dando lecciones en el campo y no en los libros, un entrenador al que no le hacen falta galardones pero sí peones dispuestos a sacrificarse por su idea.
Imagen de Torres celebrando uno de sus goles mientras Miranda y Tiago hablan. Fuente: Libertad Digital
Ayer el Atlético de Madrid no tenía un Balón de Oro en sus filas, tenía como ya viene siendo habitual 11 guerreros dispuestos a silenciar a una afición ruidosa (aunque parezca extraño) y con la misión de seguir dando pasos en busca de los Cuartos. El Cholo volvió a idear un plan y éste salió como en otras tantas veces.
Capitaneados por un Niño que ya se ha hecho grande, secundados por un francés que ya no le tiene miedo a nada ni a nadie, y fortalecidos por un muro que ni 200 millones pueden tumbar, el equipo colchonero volvió a sacar garra, fuerza, intensidad, y lo que algunos malamente llaman "violencia".
Las tornas se han cambiado últimamente y ahora es el Atlético quien le tiene tomada la medida. Fuente: El Economista
El Atlético ya no engaña a nadie, no es un rival cualquiera, es el rival digno que los blancos venían buscando y que ahora sueñan con desprenderse, un EQUIPO, 11 almas con un mismo patrón, 11 futbolistas que no dan una batalla por perdida, 11 Huevos de Oro que volvieron a lograr un éxito. ¡Chapó Cholo!
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