Cambios de presidentes, entrenadores, jugadores, pero la realidad es que el Betis está en Segunda División, una categoría que no le corresponde por su historia pero que sí por los deméritos del curso pasado. La realidad siempre supera a la ficción y eso es lo que pasa en un club donde si no hay problemas se buscan.
Imagen de Juan Merino en un partido del filial. Fuente: Real Betis
Volvió Mel y se quitó del primer banquillo Merino, un técnico interino que hizo pleno en su estancia como primer entrenador pero que no obstante no puede compararse aún con su sustituto. Cuatro de cuatro, cien por cien de victorias y cero goles encajados son el gran registro con el que dejó a la primera plantilla antes de su marcha. Números que asustan pero a los que les ha faltado algo más de tiempo para que su valoración sea profunda.
Hay que aprender de los errores y no entrar en comparaciones que a nada bueno llevan. Tan cierto es que Merino hizo un gran trabajo como que el Betis jugó a poco. Tan cierto es que el Betis recibió pocos goles, como que apenas se acercaba a la portería del rival, y tan cierto es que Merino no recibió críticas porque la presión la tenían sus jugadores y su presidente. Valoraciones que a pocos les importan si el objetivo final se logra, pero a las que hay que darles su punto de importancia para un análisis real.
Si el bético empieza a comparar sus números con los de cualquier otro entrenador, el linense va a ganar en todas. Su corta estancia sirvió para reanimar al equipo pero no lo suficiente como para catalogarle de salvador del Betis. Dejen tiempo a los que llegan, dejen tiempo para trabajar y olvídense de sus principios y de sus ideas preestablecidas, lo que se está jugando es mucho mayor que una carrera por ser el mejor entrenador del Betis, lo que se está jugando es el volver al lugar de donde nunca debió salir.